lunes

Mejillones para cenar

 
La historia está contada, con humor, desde los ojos de una niña y, por tanto, con un cierto tono infantil, que no sólo no enmascara sino que da mayor relieve a esa crítica feroz de la familia burguesa. La madre, el hijo y la hija esperan en vano a que el padre regrese de un viaje. Su inexplicable y larguísimo retraso rompe el dique de contención y permite a los miembros de su familia contarse qué piensan realmente de él, de su lógica incomprensible, del sistema de delaciones impuesto por esa lógica, del miedo opresivo que los domina...

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